miércoles, 20 de junio de 2007

Mi marido me pega lo normal

A pesar de tener unos años (se publicó en 2003), Mi marido me pega lo normal es un libro que sirve para un acercamiento al fenómeno de la violencia sobre la mujer. En él, Miguel Lorente Acosta hace una enumeración e interpretación de las causas, consecuencias y posibles soluciones al problema del maltrato doméstico.

El autor encuentra las causas del maltrato sobre todo en factores socioculturales. Los agresores y las víctimas al vivir en sociedad se ven afectados por una serie de construcciones sociales que determinan qué papeles han de cumplir en el grupo. La principal es el género: hombres y mujeres por razón de pertenecer a un determinado sexo biológico se han visto obligados a adoptar una serie de roles. El hombre debe ser el fuerte, el garante del orden en el hogar, el que mantenga a su esposa e hijos; la mujer ha de ser sumisa, gentil y servir y satisfacer a su marido (también a su padre y hermanos varones) en lo que ella pueda.

Los distintos roles asignados a mujeres y hombres son el fruto de (y han ayudado a perpetuar) una sociedad patriarcal, en la que el poder corresponde al hombre y la mujer juega un papel secundario: necesaria en el ámbito privado, excluida del público. Estas construcciones que favorecen la desigualdad entre sexos no son nuevas sino que existen manifestaciones en la Prehistoria: ya en esta época la fuerza del hombre consiguió doblegar a la mujer.

Si bien vivir en una sociedad patriarcal no es determinante para que el hombre domine a la mujer a través de la violencia, para que existan agresiones contra la mujer, sí que sienta las bases para que estas se den. Al novio, marido, esposo, le corresponde el papel de ser el que gobierne en su hogar y, en el momento en que observa que su hegemonía se va a pique, no dudará en usar cualquier arma para mantenerla: la más primitiva y accesible es la violencia. O, al menos, mantener un ambiente de miedo e incertidumbre en su casa para que su novia o esposa (quizá, su novio o esposo) no se atreva a desobedecer sus órdenes. Primero es el miedo, después las palizas para dejar claro que las amenazas son reales.

Por eso, uno de los campos de actuación para erradicar este mal social, además de dotar a las víctimas de todas las herramientas necesarias para escapar de la situación, es eliminar toda esta serie de valores y construcciones sociales que van en contra de la igualdad (la deseada igualdad) entre mujeres y hombres.

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