Es primavera. De ello se han dado cuenta de una manera muy especial un 22% de la población española. Con la llegada de la estación de las flores vino el polen y con él las alergias. Estornudos, rinitis, sarpullidos, asma, etc. son los síntomas de una enfermedad que se da por una respuesta exagerada del sistema inmune a sustancias, en principio, inocuas.
El sistema inmunológico está formado por una serie de células que circulan por la sangre y forman parte de distintos órganos. Su misión es la de detectar la entrada en nuestro cuerpo de elementos extraños, como una bacteria o un virus, y eliminarlos. Así, de no ser por este cualquier infección podría tener un desenlace fatal. La respuesta inmunitaria tiene una gran importancia, pero puede causar problemas como el rechace de los órganos transplantados ya que el receptor lo reconoce como un cuerpo extraño, las enfermedades auto inmunes (nuestro organismo ataca a una parte de este por considerarla extraña) y la alergia.
La sustancias que producen los síntomas alérgicos se llaman alérgenos y aunque el más común es el polen, hay otras: ácaros del polvo, hongos de la humedad, epitelios, alimentos, medicamentos... Estas sustancias que en las personas no alérgicas no causan reacciones (la reacción inmune es de baja intensidad y no la percibimos) en las que sí lo son causan respuestas exageradas del sistema inmune al entrar en contacto con ellas aunque estén en cantidades ínfimas.
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica preve que dentro de veinte años esta enfermedad afectará a la mitad de la población debido a la polinización y la contaminación. Así que si manifiesta alguno de estos síntomas consulte con su médico de cabecera y rece porque se trate de un resfriado. Si no, cada año vivirá la primavera con una intensidad renovada.
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