Voces: Ella Fitzgerald

Swing, blues, bossa nova, gospel, samba, pop… Pero, sobre todo, Jazz. Nació en Virginia, uno de los estados más racistas de Estados Unidos, la primavera de 1917. Su descubrimiento le llegó en un concurso de jóvenes talentos del Apollo Theatre del Harlem neoyorquino en 1936. Un año después Chick Webb le ofreció cantar en su orquesta, una de las más famosas del lugar, con la que grabó “A ticket a tasket”. Esta composición de Feldman fue un éxito y consiguió convertir a Ella en toda una leyenda con tan sólo 20 años. Todo ocurrió muy rápido en sus comienzos: en 1939, falleció Chick Webb por lo que se convirtió en la estrella de la banda.

Ella podía cantar con total tranquilidad temas propios como extraños y tenía una gran facilidad para imitar los sonidos de los instrumentos. No en vano decía que sólo trató de hacer lo que escuchó que hacían las trompetas de la banda. Esta característica y su capacidad de improvisación le llevó por otros derroteros distintos del swing: primero llegó el jazz y posteriormente el scat, estilo que desarrolló y del que se la considera una maestra. Pero, Ella nunca se estancó en un estilo, su repertorio es muy amplio. Cantó canciones modernas e hizo un repaso de las canciones de los grandes compositores de la música popular estadounidense en sus Song Books: Cole Porter, Harold Arlen, Los Gershwins, Jerome Kern… Y actuó con las grandes estrellas de su tiempo: Duke Ellington, Louis Amstrong, Frank Sinatra, Nat King Cole...

Una de las características definidoras de Ella es que su música no iba dirigida a nadie, o mejor dicho, gustaba a todos: ricos y pobres, de distintas razas y países, de diferentes religiones… Consiguió vender más de cuarenta millones de discos y la premiaron con 13 grammys antes de su fallecimiento en 1996. Ha pasado más de una década de esto, tiempo que no ha servido para olvidarla puesto que es una figura imprescindible de la música del siglo XX. Así, si le preguntan quién es la “primera dama de la canción”, no lo dude, es Ella.